Es un nutriente esencial, que mejora la calidad del esmalte dental, logrando que los dientes sean más resistentes a las caries. El uso del flúor previene la aparición de las caries interfiriendo en el metabolismo de las bacterias y reduciendo su papel patógeno. Además, la presencia de flúor facilita la incorporación del calcio a los tejidos duros del diente y a su remineralización. En nuestro medio, se puede ingerir la cantidad adecuada usando sal fluorada en la preparación de las comidas. No obstante, existen diversas presentaciones comerciales de flúor y se incluye en pastas dentífricas, colutorios, geles, pastillas o barnices. Es conveniente consultar con el pediatra cuál debe ser la mejor opción para cada niño. Algunas de estas presentaciones son de uso profesional y se administran bajo la supervisión de un odontólogo en consulta. En algunas áreas urbanas, el agua de consumo se somete a fluoración. Este método produce una disminución de la incidencia de caries de hasta el 50 por ciento. Es el método recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
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